viernes, 11 de abril de 2008

Concurso literario "Sant Jordi". Narración.


EL CUADRO


Era un lunes por la mañana, cuando sonó el teléfono. Todavía estaba en la cama y pensé:
-¿Quién será un lunes a estas horas?- Cogí el teléfono.
-¿Diga?
-Oye Julia, hemos decidido irnos este fin de semana a Canfrán. De repente, los dos ojos se me abrieron como dos platillos voladores.
-¡Oh, no!- pensé.
-¿Qué te parece?- preguntó de nuevo mi cuñado al otro lado del teléfono.
-Pero…- dije yo.
-No hay peros que valgan, así que ya lo tenemos todo planeado, no hagas ningún plan para este fin de semana. Te dejo que tengo que arreglar el coche, te llamo el miércoles- y colgó el teléfono.
Me llamó Julia y hace menos de tres meses que me he independizado de mi familia, buena gente, pero algo paliza.
Lo que más me preocupa es que no dejan de estar pendientes de todo lo que hago. Y aún estoy más preocupada cuando mi cuñado quiere organizar algo por su cuenta.
Recuerdo el año pasado, cuando estábamos todos juntos en casa de mi hermana Beth, y en medio del comedor había un cuadro por colgar. Beth dijo:
-¿Qué vamos a hacer con este cuadro?
Y Diego, mi cuñado, siempre está dispuesto a llevar personalmente el peso de todo el trabajo, para luego cargarlo sobre las espaldas de los demás. Contestó:
-¡Oh! No te preocupes cariño, déjalo de mi cuenta, yo lo haré todo.
Entonces se quitaba la chaqueta y empezaba a dar órdenes a todos a todos los presentes de la casa.
-Juanito, hijo, vete al vecino para que te preste la Black & Decker y tú Beatriz busca un metro.
Y así progresivamente ponía en movimiento a toda la familia.
-Oye Carlos, busca un martillo.-Le decía al suegro (mi padre).-Y tu, María, tráeme una escalera. ¡Ah Julia, corre a casa del vecino y dile a Juanito que venga rápido y que traiga unos clavos.
-Y Cecília (mi madre y su suegra) ¿quieres hacer el favor de buscar un nivel?
Entonces cogía el cuadro, tomaba medida y lo marcaba en la pared. Cuando pedía la Black & Decker, ya había perdido la marca y enfadado, preguntaba:
-¿Dónde diablos está la marca?
Entonces, nosotros, conociéndole como era, nos hacíamos muecas insultantes y todos llegábamos a mostrar diferentes puntos de dónde estaba la marca del cuadro. Y él, muy enfurecido nos decía:
-No he visto inútiles más grandes en toda mi vida. ¿Es que nadie de vosotros es capaz de recordar dónde he marcado?
Y mi hermana Beth, muy sarcástica:
-La próxima vez que se te ocurra colgar un cuadro, mejor me avises para poder largarme unos días de vacaciones.
-¡Vaya! Es que las mujeres siempre os montáis un lio para nada.
Y volvía otra vez a pelearse con el cuadro. Al final lo colgaba, torcido y dejando varios agujeros en la pared, y satisfecho dijo:
-No entiendo por qué la gente contrata a un profesional para colgar un simple cuadro.
Y Beth, preguntándose qué había hecho para merecer esto.
Así que el miércoles, cuando volvió a llamar, se me ocurrió decirles:
-Lo siento, pero creo que no voy a poder venir porque tengo la gripe. Contesté con voz ronca.
-¡Vaya! No te preocupes, ahora voy a poner en marcha a toda la familia para venir a ayudarte en todo lo que haga falta, ya sabes que yo lo arreglo todo. Hasta luego, dijo mi cuñado.
-¡Oh no! pensé, me está bien empleado.
Así que, vinieron todos y como era de esperar, mi cuñado ordenó a todos ellos diferentes trabajos.
Muy a pesar mío, Diego se salió con la suya, y también tuve que ir de acampada, pero esto ya os lo contaré otro día. ¡Qué fuerte!